La crisis causada por el COVID19 nos enseña por qué el bienestar animal es importante
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La agricultura intensiva, los mercados de vida silvestre y cualquier comercio asociado a ellos son amenazas comprobadas de brotes de enfermedades, como la pandemia mundial más reciente, el coronavirus.
Esta no es la primera vez que la transmisión de enfermedades de animales a humanos ha sido la causa de un brote con graves consecuencias.
El SARS, el MERS, la gripe aviaria y la gripe porcina son ejemplos devastadores de la interconexión que existe entre la salud humana, el bienestar animal y nuestros sistemas alimentarios.
Más allá del grave impacto en la salud pública, estas prácticas que nos ponen a todos en riesgo también están causando un inmenso sufrimiento a miles de millones de animales cada año.
En todo el mundo, los animales que se venden en los mercados, como los reportados en Wuhan, han vivido en terribles condiciones antes de llegar allí.
Han sido capturados de la naturaleza, aprisionados en bolsas o en pequeñas jaulas para su transporte, o criados intensivamente en granjas donde se mantienen en condiciones de hacinamiento.
Hay más probabilidad de que las enfermedades se propaguen rápidamente a través de grupos densamente concentrados. Usualmente, las enfermedades altamente virulentas deben matar primero a su huésped antes de poder transmitirse a otro ser. Sin embargo, un mercado abarrotado o un cobertizo industrializado son entornos ideales para una transmisión rápida.
Recientemente, China ha prohibido el consumo de animales silvestres, capturados en la naturaleza o criados en cautiverio.
Este es un gran primer paso y debe celebrarse, pero todavía falta protección para los animales silvestres utilizados para fines no comestibles, incluida la investigación científica, la exhibición, la moda, los artículos de lujo, las mascotas exóticas y el uso medicinal.
Desde el brote, los científicos han estado compitiendo para analizar el genoma COVID19 para comprender el origen del virus y las especies intermedias involucradas.
Independientemente de si comenzó con murciélagos, serpientes o pangolines, está claro que el origen yace en lo mal que tratamos a los animales y lo mucho que los explotamos. Esa dinámica necesita cambiar.
Necesitamos construir un mundo mejor para los animales, las personas y el medio ambiente, pero esto no será posible hasta que dejemos de tratar a los animales como mercancías.
La amenaza de transmisión de enfermedades de animales a humanos continuará mientras no exista una legislación y una política efectivas para garantizar que los animales silvestres permanezcan en la naturaleza y para mejorar drásticamente las condiciones y el bienestar de los animales de granja.
Nuestro Índice de Protección Animal califica a los países de acuerdo a su legislación en protección animal y expone la drástica necesidad de una acción global.
Hacemos un llamado a todos los gobiernos para que mejoren de inmediato sus estándares de bienestar animal, no solo en beneficio de los animales, sino también para reducir las amenazas hacia la salud pública
Necesitamos construir un mundo mejor para los animales, las personas y el medio ambiente, pero esto no será posible hasta que dejemos de tratar a los animales como mercancías.